Tic. Tac. Tic. Tac. El muchacho estaba tumbado en la cama
casi sin respirar. Cualquiera diría que estaba muerto, y casi lo estaba. A decir verdad,
en unas horas yacería inerte, pero el tiempo transcurría lento. Tic. Tac. Tic. Tac.
Sabía que había cometido el mayor error de su vida y que iba a pagar por ello.
En realidad, eso no le importaba. Ese había sido su objetivo, alejarse de todo
y de todos, huir como un cobarde, pensando sólo en él. Tic. Tac. Tic. Tac. Ese
había sido el problema, pensar sólo en él. Aunque no era del todo cierto, pues
también había pensado en ella. Había pensado que se había vuelto inmune después
de todo. Había manipulado la realidad a su antojo, eso se le daba bien, pero
esa era la última. Estaba decidido a redimirse al precio que fuera. Tic. Tac.
Tic. Tac. Ahora ella estaba cayendo y en poco tiempo estaría ahí abajo, como la
última vez. Él se había quedado en un pequeño saliente, como si hubiese vuelto
al Mundo Tangible. Pero sabía por experiencia que no iba a durar mucho, que en
cualquier momento volvería el dolor, se rompería por dentro en mil pedazos y
caería de nuevo al Oscuro. Tic. Tac. Tic. Tac. Y llegó.
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